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Se escribe ¨maldición¨, se pronuncia ¨Béla Guttmann¨

Se escribe ¨maldición¨, se pronuncia ¨Béla Guttmann¨

Si usted alguna vez, estando en la ciudad portuguesa de Lisboa, necesita buscar en un diccionario traductor cómo se dice la palabra ¨maldición¨ en el idioma luso, casi con total seguridad que encontrará términos similares a ¨maldiçao¨ o ¨blasfema¨. Pero la realidad futbolística demuestra que la translación correcta debería ser ¨Béla Guttmann¨ ya que, en su historia como entrenador, tan popular en el mundo del fútbol, se le atribuye a un terrible malfario al Benfica que perdura hasta nuestros días.

Tanto para aquellas personas escépticas que califican cualquier superstición o mal de ojo de ¨timo¨ o ¨estupidez¨ como para los más crédulos o para quienes no desconfían del todo de este tipo de sucesos, lo cierto es que la historia de Guttmann es, cuanto menos, muy curiosa. El austro-húngaro militó en las filas de equipos de Europa del Este o estadounidenses, pero nunca llegó a destacar realmente en su posición de mediocentro.

Al retirarse como jugador y destacar como entrenador en baatantes clubs, especialmente en el Ujpest Dozsa de su tierra natal ganando dos campeonatos nacionales y en el Sao Paulo brasileño obteniendo otro más, después de dirigir alguna temporada al gran rival de los lisboetas como es el Oporto, llamó la atención de los dirigentes del Benfica, quienes veían en Béla un posible revulsivo de cara a luchar por conseguir títulos europeos en vista del dominio del fútbol español en aquellos tiempos. Una decisión que, para bien o para mal (posiblemente para ambas cosas) cambió profundamente la historia del club.

En el verano de 1960, el ex-mediocentro pasó a los mandos del SL Benfica, que en su primer año demostró sus tremendos dotes como técnico ya en su primer año, consiguiendo la Liga Portuguesa con un destacado goleador como fue Aguas. Pero el verdadero logro en aquella temporada fue acabar con la triunfal racha del Real Madrid en Copa de Europa, siendo el primer equipo que los desbanca del trono continental, ya en la sexta edición del torneo.

Tras apabullar al curiosamente ex-equipo del ´míster´, el Ujpest, eliminaron consecutivamente al Ahrus danés y al austriaco Rapid de Viena, plantándose así en la final. En su debut en el ¨glorioso¨ disputaría el trofeo más prestigioso del mundo al poderoso Barcelona, excelente comienzo. Un histórico partido en Berna que fue marcado por la pésima actuación del gran portero azulgrana Ramallets y la mala suerte de su equipo con los postes. De hecho, aquel partido fue el último que se disputó en que los palos de las porterías tenían forma cuadrada, ya que hasta 4 balones culés fueron repelidos, posiblemente debido a dicha condición. Los portugueses remontaron el tanto inicial de Koscis con una gran actuación del mencionado Aguas, llegando a ponerse 3-1. El gol de Czibor a falta de 15 minutos daba emoción al encuentro, pero una increíble actuación del arquero Alberto llevó la Copa a las vitrinas del conjunto dirigido por el famoso entrenador judío.

Si bien es verdad que, luego de ganar aquella Copa de Europa, perdió con estrépito ante el Peñarol en la exigua copa Intercontinental (1-0 en el Estadio Da Luz, 5-0 en terreno Uruguayo y 2-1 para los charrúas en el desempate, pues no se contabilizaban los goles, sino las victorias), había una gran expectación de los aficionados ¨águilas¨ para la temporada 1961-62 después de haber comenzado con tan buen pie. Y la verdad es que no salieron decepcionados.

Pese a no ser capaces de revalidar el título liguero, que fue a parar a manos del otro equipo de la ciudad, el Sporting; llegaron de nuevo al último partido para alcanzar el cetro Europeo. En esta ocasión, el destino los emparejó con el todopoderoso Real Madrid, campeón de las 5 primeras ediciones y que contaba con una delantera temible: Di Stéfano, Puskas y Gento destacaban en ella. Sin embargo, los ´encarnados´ confiaban en el potencial de Eusebio, la capacidad de Aguas y en el entrenador que ya les dio la competición en su primer año.

Parecía que los de Chamartín se llevarían el gato al agua en este trofeo de nuevo, pues se pusieron 0-2 muy pronto gracias al doblete de Puskas. Sin embargo, el partido llegó con empate a 2 al descanso gracias a la rápida reacción  de los rojos; al poco de empezar el segundo tiempo, Puskas lograba un hat-trick adelantando a los suyos, pero una soberbia actuación de Eusebio logró darle la vuelta dejando el marcador final en un abultado 5 a 3. Guttmann de nuevo llevó al cuadro portugués a la cima del fútbol, parecía que sería el entrenador del Benfica durante mucho tiempo más...

Sin embargo, había muchas diferencias respecto a lo económico entre el húngaro y el club al que dirigía. Antes de firmar como entrenador con los lusos, dijo que él ¨exigiría un premio en caso de ganar en Europa¨; la directiva aceptó dicha medida, pues consideraba tremendamente remota la posibilidad de alzarse con el campeonato Europeo.

Después de la final ante el Barcelona le costó mucho al presidente cumplir su promesa, pues se tuvo que morder la lengua ante su incredulidad en el técnico, que había cumplido con creces. Tras repetir éxito un año después, el mandatario se negó a darle una compensación económica o a subirle el salario; por lo que decidió despedirle arriesgándose de esa manera a perder aquel plantel ganador provocado gracias al talento motivador de Béla. Lo que no sospechaba Antonio Carlos Cabral es que un tormento se cerniría sobre su equipo desde aquel mismo día.

¨Nunca, ni en 100 años, Benfica ganará algo de nuevo en Europa.¨ Esas fueron las palabras del ya ex-mánager de los lisboetas, que en su tiempo no fueron tomadas más que como una declaración rencorosa de alguien que se siente ultrajado, pero no había interpretación más alejada de la realidad.

El chileno Fernando Riera se hizo con los mandos del equipo, que perdió la Intercontinental ante el Santos (se consideraba un torneo menor), pero consiguió la liga portuguesa en su primera temporada y llevó al equipo a la final de la Copa de Europa. En esta ocasión el Milán se impuso por 2-1 impidiendo revalidar el titulo por tercer año consecutivo. Una mera casualidad, no? Aquella ¨coincidencia¨ se refrendó en la 1964-65, temporada en que alcanzaba su cuarta final en cinco años, saliendo derrotado ante el otro equipo de la ciudad italiana, el Inter de Helenio Herrera (1-0).

Aunque Gutmann fue recontratado en la 1965-66, en aquella temporada no obtuvieron ningún trofeo, siéndo cesado dos años después. En la 1967-68 el equipo llegó de nuevo a la final de Copa de Europa, jugaron hasta la prórroga ante el Manchester United de Bobby Charlton y George Best al quedar 1-1 en el tiempo reglamentario, pero encajando 3 goles que les dejarían con las manos vacías. Ya iban 3 finales perdidas desde aquella sentenciosa frase, y algunos aficionados comenzaron a pensar que quizá no era una broma.

En el campeonato doméstico, vivió una etapa dorada y seguía repartiéndose los títulos con Oporto y Sporting durante los años 70 y 80. No obstante, pasaron más de 15 años para que disputasen otra final, en esta ocasión de la Copa de la UEFA, a doble partido en 1983. Se enfrentaron al Anderletch belga, pero el 1-1 en tierras lusas no bastó para remontar el 1-0 cosechado en el partido de ida. La hinchada empezó a desesperarse viendo que les resultaba casi imposible triunfar en Europa.

Solo 5 años después, llegaron a la tan ansiada final de la copa de Europa, en Stuttgart . Ya habían transcurrido 20 años desde el 4-1 ante los ´red devils´. El partido fue ante el PSV y finalizó sin goles en 120 minutos, imponiéndose los holandeses en la tanda de penaltis. La mayoría de seguidores del balompié ya creían que las palabras del fallecido Gutmann perdurarían tanto tiempo como él aseguró.

La final de la Liga de Campeones de 1991 iba a tener lugar en Viena, ciudad en que se encontraba enterrado el cuerpo del artífice de aquella serie de infortunios para el Benfica, que consiguió llegar a la final. Una comisión enviada por el conjunto cuyo entrenador era el sueco Eriksson, encabezada por Eusebio, colocó unas flores en la tumba de Béla Guttmann, intentando en su exasperación aplacar aquella terrible condena. Sin embargo, aquello no remedió la situación, ya que el Milán de Sacchi, en cuyas filas destacaban Maldini, Ancelotti o Rijkaard venció gracias a un solitario gol del holandés.

Los fans de las águilas se resignaron definitivamente a no ganar ningún título continental hasta, como mínimo, 2062, año en que se cumplía un siglo desde la condena emitida por Guttmann. Veintitrés años despues, en 2013, tuvieron una nueva oportunidad en la final de la Europa League ante el Chelsea. Los londinenses lograron el título con un gol de Ivanovic en el último suspiro (1-2). Tan solo una temporada después repitieron final, la disputaron con ocho bajas del once inicial ante el Sevilla. Pese a las lesiones y sanciones, dominaron el encuentro de principio a fin, sin lograr materializar en ningún momento. El 0-0 con que concluyó el tiempo suplementario les llevó a los penaltis, desempate en que los nervionenses se impusieron ante la incredulidad de los pupilos de Jorge Jesús.

Quién sabe si lograrán algún título antes de la fecha establecida pero, lo que ya es un hecho, es que el despido de Gutmann les ha supuesto una auténtica losa hasta ahora. El judío cambió la historia de este importante club; para bien o para mal? Decídanlo ustedes.

Redactado por Manrique Barbero, @manriquezurdito en Twitter

Que tengan un gran día.















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