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La ilusión más grande

La ilusión más grande

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-      ¿Quién es tu ídolo?
Mira al cielo y sonríe antes de pronunciar:
-       El “Chucho” Benítez

Gilson tiene 10 años, un corte de cabello al rape, de tez morena y un menudo cuerpo que le permite gambetear conos a toda velocidad. El pequeño jugador me respondió esa pregunta después del entrenamiento en la Liga Barrial de Cotocollao, al norte de Quito (Ecuador).

Al igual que Gilson, miles de niños alrededor del país practican el deporte más popular del mundo. Muchos de ellos y sus familias, se han afianzado en las categorías formativas de distintos equipos. Los que han tenido suerte desfilan sus habilidades con las camisetas de equipos profesionales como El NacionalBarcelona o Liga de Quito. Otros encuentran equipos con menos reconocimiento.

Un club grande
El mundo de las juveniles está ligado con la esperanza, la estabilidad familiar y económica y, lo que algunos llamaría: fortuna. En el Club Deportivo El Nacional, la situación actual que vive el primer equipo ha tocado a las categorías formativas. Desde que el aporte militar es voluntario, el financiamiento se ha debilitado. Encima, las malas administraciones convirtieron una de las mejores canteras del fútbol ecuatoriano en un equipo de media tabla.

“Lamentablemente, la crisis financiera nos ha golpeado a todos los equipos, en especial al club El Nacional. En este momento se asume que un 10% del financiamiento viene del apoyo voluntario de las Fuerzas Armadas. Y esto ha afectado a las formativas directamente.”, explica el Mayor Pablo Cortez, director de las Divisiones Formativas de Alto Rendimiento de El Nacional.

Jaime Arcos, entrenador de la sub-14 de El Nacional, explica como se maneja la ilusión en los pequeños. “Es un poco difícil porque los chicos aún no se definen que realmente quieren; si el fútbol u otra cosa. Y si les gusta el fútbol, no saben en que puesto jugar. Hay que ir trabajando, buscarle su perfil adecuado y ubicarle donde más rinda, donde más se sienta cómodo”, afirma. 

Entre el profesionalismo y el amateurismo
La situación no es la misma en todos los clubes de fútbol. La Universidad San Francisco de Quito ascendió en el año 2009 al fútbol profesional. Actualmente, juega en el campeonato de Segunda Categoría de Pichincha. Como requerimiento para competir a este nivel, el club debe mantener formativas.

Al no tener un predio deportivo donde entrenar, el conjunto universitario arrienda las canchas de la Empresa Eléctrica Quito en Cumbayá, un valle cercano a la capital ecuatoriana. Las necesidades de las escuelas de fútbol son varias, entre ellas el apoyo moral y financiero al proceso de desarrollo como deportistas. Marcos Mosquera, entrenador de la Sub 14 y 15, reflexiona sobre el papel del fútbol y la familia.  “Es una tarea muy difícil trabajar con chicos de 12, 13, 14 años. Tengo 20 o 25 chicos a mi cargo todos los días. Yo quisiera que nos conozcamos más con los padres de familia, que vean mi forma de trabajar”, expone quien aparte es asistente técnico del DT Horacio Agesta en el equipo profesional.

Visión a futuro...
La inversión privada ha visto con buenos ojos el negocio del balompié. Muchas escuelas se han abierto alrededor del mundo en nombre de clubes exitosos o ex glorias. En Ecuador, el caso más popular es el de la Academia Alfaro Moreno, que funciona en diferentes ciudades del país. Hoy se ha convertido en una fuente interesante para equipos profesionales consolidados.

“Nosotros decidimos acoger niños de los 4 hasta los 14 años de edad, porque los equipos grandes compiten en las categorías de mayor edad. Así nosotros brindamos una formación integral a los muchachos desde pequeños”, explica Alex Vinueza, director de la escuela de fútbol en Quito.
Con el apoyo privado y de los padres de familia, las cosas son diferentes. Los chicos entrenan en canchas sintéticas y tienen asegurado al menos el transporte. A diferencia de lo que sucede en El Nacional o Cotocollao.

Entre polvo y calles peligrosas
En otro barrio importante de la ciudad, el fútbol puede significar el rescate para varios jóvenes. La Liga Barrial de Cotocollao ha formado un modelo en el que mantiene una escuela de fútbol y un equipo que compite en el campeonato Amateur de Pichincha. Gracias al aporte financiero de los equipos que conforman la Liga Barrial y lo que ofrecen algunos padres de familia existen chicos ‘becados’ para que estudien y jueguen. 

“Antes algunos jugadores nuestros iban a probarse en Liga Deportiva Universitaria de Quito, porque nos apadrinaba Franklin Salas”, comenta Ivan Perez, director de la escuela de fútbol y director técnico del equipo amateur.

“El objetivo es formar seres humanos con valores y que no se desperdicien en otras cosas. No importa que no terminen siendo futbolistas pero que sean buenas personas”, afirma Rómel Pérez, director pedagógico de la escuela de fútbol de la Liga Barrial Cotocollao.

El ambiente de cada jugador es distinto. La ilusión de todos los pequeños es la misma: ser futbolista, convertirse en ese guerrero que todos adoran u odian por defender una camiseta. No es ningún secreto: pocos llegan. Los que debutan en el profesionalismo han logrado combinar muchas cualidades. Además, han conseguido sortear los obstáculos del destino. El fútbol es un sueño para muchos y gracias a ellos, millones de personas disfrutan en canchas de polvo o en los estadios más grandes del mundo.

A continuación, el reportaje en video de todos los semilleros de fútbol que visitamos:



Por Ricardo Meneses.

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