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Boca se coronó rey de la fecha

Boca se coronó rey de la fecha

Luis Cazzullo/ @luiscazzullo



El día que recibió el llamado para volver a Boca, Carlos Tévez imaginó muchas cosas. Una de esas tantas visiones era volver a la base del enemigo y pintarle la cara, tal y como lo había hecho en el año 2004. El apache no tuvo una actuación descollante, pero sin dudas fue el motor espiritual de su equipo.

El Monumental se vistió de gala. Los tirantes cubrían el estadio y decoraban el partido con los colores del local. Globos rojos y blancos flotaban en el ambiente. Y, por supuesto, banderas de cargadas al clásico rival.

Sale Boca Juniors a la cancha y las silbatinas llueven sobre las espaldas de los once embajadores xeneizes. Hoy son más visitantes que nunca. Del otro lado se escucha un “Para ser campeón hoy hay que ganar”, y el conjunto millonario sale a la cancha, con la cabeza en alto, la espalda erguida y envalentonado por el aliento de sus simpatizantes.

Darío Herrera, árbitro del partido, se acerca a la mitad de la cancha, mira a los jugadores y da inicio a la batalla de noventa minutos, al clásico por excelencia, al juego de la fecha.

27 segundos marcaba el reloj, los espectadores recién se sentaban en sus butacas y Fernando Gago caía. El número 5 xeneize habría sufrido una rotura del tendón de Aquiles. El dolor es indescriptible, al mediocampista le duele y llora. En el banco, el director técnico y los compañeros se toman la cabeza. Pero, señores, esto es futbol y el uruguayo, Nicolás Lodeiro lo sabe. Se calza los botines e inmediatamente salta a la cancha, cuando el reloj marca tres minutos.



Marcelo gallardo, entrenador de River Plate, cometió un error. Rompió uno de los pocos axiomas que posee este deporte. La regla dice: “no hay dos partidos iguales”. River salió a jugar el partido con el mismo estilo de juego que había usado en los últimos 3 enfrentamientos: cediéndole el balón a Boca y parado para la contra.

En los primeros 15 minutos Boca era más. Y el millonario se dormía.

En una jugada River quedó mal parado. Sebastián Palacios, delantero xeneize, aprovechó su velocidad y dejó que Eder Álvarez Balanta tomará una foto de su dorsal. El veloz atacante se acercó al área y envió un pase a Tévez que sólo tenía a Marcelo Barovero como oposición. El apache quiso hacer una de guapos que “Trapito” adivinó, pero no controló.



Embalado y a la carrera, el recién ingresado Lodeiro se encontró con una pelota huérfana dentro del área millonaria. Sin vacilar y sin elegancia, como en el barrio, el uruguayo reventó la pelota contra las redes del arco local. 25 almas (jugadores y cuerpo técnico) gritaban gol delante de 60.000 personas.

A levantarse muchachos. River saca rápido e inmediatamente se acerca a la zona que custodia Agustín Orion.

Minutos más tarde entramos en la zona de las patadas y los empujones, típico de cada superclásico. Cristian Erbes inaugura la lista de amonestados. Marcelo Meli y Leonardo Ponzio lo secundan.
Ponzio se tira imprudentemente y golpea a Erbes. El volante merece la roja, según todo el plantel auriazul, que se dirige vehementemente al referí para reclamar la expulsión del volante millonario. Herrera se limita a marcar tiro libre para los visitantes.

El conjunto local crece cada vez más. Con base en jugadas de pelota parada, los millonarios temblar las piernas de más de un hincha xeneize que mira la televisión. Boca se paró para la contra y pudo haber agrandado la ventaja luego de que Emanuel Mamana intentara jugar donde no se debe. Meli aprovechó y robó el esférico, y se embaló hacia a los tres palos que custodiaba Barovero. La corrida lo deja exhausto y ya no puede pensar claramente. Ve a Palacios entrar solo por el segundo palo e improvisa un pase muy desviado. Boca se pierde el segundo.



Gallardo, estratega, decide que el partido de Ponzio finalice. Teme que un arranque de mal genio lo saque y deje a su equipo con diez jugadores. El tablero electrónico indica que Lucho González lo reemplazará.

Tanto el juego ofensivo, como el defensivo, pasan por los pies de Lodeiro. En ataque gambetea y le da fluidez a los pases cortos. En la defensa decide ser el mosquito en la oreja de Matías Kranevitter. El jugador de la banda roja no puede abrir la cancha, ni hacer jugar a sus compañeros.

Boca asusta con una serie de tiros libres, mientras que River aprovecha su velocidad por las bandas. El recién ingresado, González, dejó como estatua a Peruzzi y arrojó rápidamente un centro que Alario casi canjea por un grito sagrado.

Sobre el final del primer tiempo, los millonarios comenzaron a atacar, pero es tarde. Final de la primera mitad. Gallardo tiene mucho que hablar, mientras que el “VascoArruabarrena tiene que ajustar algunos engranajes.

Arranca el segundo round. River lanza el primer golpe. Carlos Sánchez desborda y arroja un centro para la testa de Alario que conecta. Era gol y empate, pero no. El portero xeneize desplegó las alas para volar y sacar la pelota de las gargantas de muchos espectadores. Un “uuuuuuuh” generalizado en todo el estadio.


En el amanecer de la segunda mitad, River se instaló en los tres cuartos de Boca. Los de La Ribera se amotinaron para resistir los múltiples embistes.

El partido se cobra otra lesionado. Lucho González se retira con molestias luego de haber jugado 25 minutos. El encargado de relevarlo es Tabaré Viudez. El clásico está más charrúa que nunca.


Luego de que Fernando Tobio cometiera una falta infantil, los de Núñez se perdieron el empate. Gabriel Mercado no pudo empujar la pelota se fue de los límites del campo de juego. River ya no juega en tres cuartos de cancha, juega en el área visitante y en sus bordes.

Boca no se impacienta y cuando tiene la pelota se encarga de hacerla rodar sobre el pasto. Cuando la pierden, van al piso para reclamar la falta y tratan de llegar lo más tarde posible a su cita con los saques de banda.

Quedan menos de 20 minutos y el público local está por explotar su paciencia. “movete y dejá de joder”, le dicen los hinchas a su equipo.

River quiere jugar por abajo, pero no puede. La presión xeneize es férrea y constante. Aprovechan errores de Balanta que no tuvo un buen día y llegan a inquietar a Barovero.

Los últimos minutos se vivieron de manera tensa. La transpiración de los hinchas de Boca se convirtió en hielo y el nerviosismo de los hinchas de River caía sobre su frente en forma de gota.

Una última jugada pudo haber cambiado el resultado. Pero no fue así. Rodrigo Mora erró un buscapiés tras un error de Daniel Díaz. Herrera miró su reloj y final. Boca se quedó con el clásico.


“Ganamos a lo Boca, volvió todo a la normalidad” sentenció Carlos Tevez, segundos antes de emprender un pique para festejar con sus compañeros en la mitad de la cancha.


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