Un decano que la va a pasar de primera
lunes, 9 de noviembre de 2015
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Con el pecho oprimido, la garganta embroncada y la
triste mirada. Con las tribunas deprimidas y un partido que aburría. Con un
polaco que no la metía, un goleador que se nos iba y refuerzos que nadie
conocía. Con una platea que puteaba y un vasco que no gustaba. Con el orgullo
partido y la ilusión derrumbada. Así comenzaba el largo periplo decano.
Atlético Tucumán, el decano del norte, venía de
quedar fuera del décimo ascenso por unos centímetros. El conjunto tucumano
había perdido el partido definitivo ante Huracán y dejó pasar una situación
inmejorable para poder medirse con los grandes.
El fracaso fue difícil de superar. Es que el decano
había estado puntero la mayor parte del torneo y se cayó sobre el final. Como
lo hizo en los anteriores campeonatos. La cabeza de Héctor Rivoira había
rodado, junto con la de muchos jugadores que con él llegaron.
El campeonato empezaba con una pintura de Luis
Miguel “el pulga” Rodríguez pero con
un flojo resultado. El empate, en la fecha siguiente, en el José Fierro hizo
que el equipo se ganara una lluvia de insultos.
A pesar de mantenerse invicto hasta la fecha 8
(cuando perdió por un gol contra Santamarina, en Tandil), el equipo decano no
gustaba. El director técnico era cuestionado y los refuerzos no entraban en la
piedra que tenían por corazón los hinchas. El pulga era cuestionado, Guillermo “bebé”
Acosta no arrancaba y la defensa se volvía silbada.
Los decanos ganaban por la mínima, sin gustar ni
enamorar a nadie. Los hinchas no se ilusionaban por miedo a que su corazón
quedara hecho pedazos y Cristian Menéndez entraba en una sequía, que nadie
sabía cuándo terminaría.
El punto de inflexión fue el partido contra
Chacarita. Los insultos llovían sobre la espalda sin paraguas de Asconzábal, el
decano tenía un córner que no esperanzaba a nadie. Todos creían que resignábamos
un punto. Pero, Bruno Bianchi puso un testarazo que se incrustó en la red y le
dio los tres puntos al decano.
El hincha empezaba a creer. Los decanos cambiaban el
gris la tristeza por una sonrisa celeste y blanca.
Atlético contaba con un mago. Emanuel Molina no
tenía varita mágica como Harry Potter, pero si contaba con una zurda que hacía
lo inimaginable para los mortales. El pulga Rodríguez desplegaba su amplio
repertorio y anotaba goles desde donde agarraba la pelota. El colombiano Miguel
Julio Rosette se había ganado el mediocampo y cuando jugaba no pasaba nadie. Y
hasta el criticado Francisco Grahl recibía aplausos con sus ingresos desde el
banco. Un Leandro González que humillaba a los defensores cuando aceleraba.
Patronato se alejaba pero los decanos no tenían
miedo. El equipo goleaba y se convertía en el más goleador de la argentina y
recuperaban a su polaco. Cristian Menéndez anotaba un gol, luego de 24 partidos,
ante Juventud Unida de Gualeguaychu.
A la fecha siguiente, el equipo se iba con un punto
luego de empatar con Patronato. El final se acercaba y el conjunto paranaense
no caía.
Recién llegaron a la punta en la fecha 35. Pero
nadie se ilusionaba, el miedo seguía latente. Todos temían que el conjunto
tucumano se caiga y una prueba de ello fue la fecha 38, cuando el decano empato
en San Luis ante el modesto Estudiantes.
Atlético se resarció en la fecha siguiente y gritó el empate de Guaraní Antonio Franco. Recuperó el terreno perdido y no quedaba nada. “El deca se va de la b” descendió por primera vez desde las tribunas.
Llegó el día los decanos se vistieron con su mejor
traje (su camiseta) y el día anterior al partido hicieron fila durante 8 horas
para poder comprar un ticket que los lleve hasta la gloria.
El deca jugaba a las 20.30 pero los hinchas
iniciaron su previa a las 16.30 para pedir por una ayuda a Juventud Unida. El
equipo de Gualeguaychu debía robarle algún punto a Patronato.
A cuatro horas del encuentro, la garganta de los
tucumanos se calentaba por gritar el gol de Zampedri y más de un hincha se
rompía las manos por aplaudir a Bandiera y sus gambetas. Mientras cortaban
clavos, los cánticos empezaban luego de que el árbitro pitara el final y el
escolta empatara. Faltaba sólo el 50%.
Las piernas temblaban, el corazón quería escaparse
de la caja toráxica y los labios se volvían violetas cerca de las 20 horas.
A las 20.25 el monumental José fierro se convertía
en el lugar más densamente poblado del plante. 30.000 almas desbordaban el
estadio.
El reloj anunciaba que era la hora de jugar y los 11
guerreros saltaban a la cancha con la misión de satisfacer los errores del
plantel pasado. El pueblo decano se lo merecía.
“Viejo y
glorioso decano, de corazón sin igual” decía la inimitable banda del deca. Iniciaba
el partido y los 5 años de espera culminaban.
El pulga entraba en el área y el defensor de Los
Andes lo soplaba. A Luis Miguel poco le importó y se tiró en el área como si un
francotirador lo hubiera derribado. No era gol pero si el primer festejo del
hincha. El referí pitaba penal.
El grito eterno que más se esperaba llegó luego de
que, después de una definición con clase, Rodríguez canjeara el penal por gol y
diera inicio al monólogo decano.
La cancha tenía vida propia y latía. Media ciudad se
paralizaba y Ema Molina cerraba el primer tiempo con otros dos goles. El “mago” ponía el 2 y luego el 3 a cero.
Así se iba el primer tiempo, con un decano en primera.
El resto fue anecdótico sólo servirá para recordar
que Cristian Menéndez cerró un gran año con una palomita que selló el resultado
con un 5-0. El polaco se convertía en gladiador. Con su fuerza y con su aguante
supo quedar tatuado en el corazón y la memoria de los decanos.
5 goles para volver a la primera división luego de 5
años. 5 goles que son más que esos cuatro que el decano recibió por parte de
Huracán el día en que perdió el ascenso. 5 goles que quedarán en la memoria del
conjunto decano. Un segundo ascenso que vale más que el primero, porque se
sufrió más. Porque se hizo más goles y porque el guardían de los tres palos,
Cristian Luchetti supo ser héroe de muchas victorias. Porque este equipo nos
devolvió el orgullo y el apodo de capo del norte.
Me voy a pasarla de primera ¿y vos? Decía la
camiseta de los jugadores al final del partido.
Ya
nos vamos de la b/ ahora nos vamos a primera/ a copar la bombonera/ y la cancha
de River Plate.
Luis Gabriel Cazzullo - @luiscazzullo
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