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Adiós Cuau

Adiós Cuau




Adiós Temo.
Adiós leyenda, héroe, ídolo, ejemplo, no hay palabras que puedan describirte. Te escribo con lágrimas sobre mis mejillas por el dolor de tu partida.  Tú me enseñaste todo lo que sé de fútbol. El primer jersey que tuve fue tuyo porque me hiciste enamorarme y apreciar lo lindo que es este deporte. Aprendí de ti cómo es un verdadero jugador de fútbol, un deportista que ama y demuestra la alegría de tener el mejor trabajo del mundo, un apasionado que se mataba por la camiseta de su club y de su selección.  

Pero lo más grande e importante fue tu corazón. Algunos creen que tienes joroba, pero se equivocan es tu corazón que no cabe en tu pecho. Tú jugabas para compartir a la afición la alegría que te provocaba patear un balón.  Una sonrisa, un chiste, un caño, un taquito, una grosería, un gol, un berrinche, una “cuauhteminha”, una “jorobinha”, un recorte, un festejo singular, una actitud rebelde y juguetona son los ingredientes que te hacían único al pararte en la cancha. Porque sólo tú fuiste capaz de crear las obras de arte que se quedarán grabadas para siempre en nuestras mentes. ¿Cómo olvidar tu golazo contra Bélgica?, ¿cómo no recordar tu “cuauhteminha” en el mundial?, ¿cómo no extasiarse con tu partidazo contra Brasil?

Desde el día en que naciste estaba escrito que te convertirías en leyenda. Te nombraron Cuauhtémoc, porque te convertirías en el emperador del fútbol mexicano. Tus apellidos describen las dos caras de la moneda, Blanco como el ángel de tu persona, Bravo como tu carácter. 

 Gracias por todo genio, te vas como lo que eres, un campeón. Hoy termina tu carrera pero empieza tu leyenda. Te amo Cuauhtémoc Blanco Bravo.
  
Por: David Nava

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