La vuelta
domingo, 1 de noviembre de 2015
1 Comment
Sabía que no podía fallar. 50 mil almas le habían confiado
su ilusión y querían festejar. Por eso, Carlos Tevez se puso su mejor piel y se
embarcó para navegar en los mares del tormentoso Boca. El apache supo ser el
Ulises de este barco y llevó a su equipo al campeonato. Llevó al club de sus
amores a la victoria, a levantar ese torneo que añoraban desde hace cuatro
años.
Al partido le sobraron 90 minutos porque Rosario
Central no pudo contra Banfield. Y a pesar de que San Lorenzo ganó, el conjunto
de Tigre no pudo darle la mano que tanto necesitaba.
Los jugadores xeneizes arrancaron imprecisos con los
nervios en los pies y, quizás, con el temor de que el grito sagrado se les escape
una fecha más. Tigre decidió no jugar y plantarse para resistir los embistes.
La defensa visitante se plantó y por aquí no pasó ningún jugador local.
Boca mantuvo el monopolio del balón durante todo el
primer tiempo. Los visitantes se concentraron en buscar un contraataque que
nunca llegó.
Cuando el gol no llegaba y los hinchas estaban comiéndose
los dedos, porque uñas no quedaban, Banfield anotaba el gol y alegraba a más de
un auriazul. La bombonera se vestía de corazón y latía al ritmo de 50.000
personas.
Tevez danzaba con su mujer, daba vueltas y giros,
amagaba y trataba de hacer que todos los hinchas lleguen al orgasmo más grande.
Pero no podía. En su lugar se entrometían los defensores y el atento Javier
García.
En uno de sus arranques por la derecha, Carlos Tevez
ganaba un córner que no ilusionaba a nadie. Era el quinto y en los anteriores
cuatro no habían logrado generar peligro.
La apoyo él. El ídolo de los xeneizes, Carlos Tevez
y la envió al vértice del área chica. El arquero de Tigre la vio fácil y salió
a interceptarla. Pero no pudo. En el trayecto Luciano Fabian Monzón, un jugador
resistido por la gente, se anticipó y le dio el grito sagrado a todos los
hinchas del país.
Las tribunas desbordaban algarabía y júbilo. El
hincha acariciaba eso a lo que tanto se había acostumbrado y hace rato no
conseguía: dar la vuelta.
El primer tiempo no daba para mucho más. Federico
Beligoy, el árbitro del encuentro, pitaba el final del primer tiempo.
El segundo tiempo es anecdótico. Los bosteros no
gritaron goles propios, pero sí el segundo de Banfield. Tampoco sufrieron
tantos en su contra, pero sí el descuento de Rosario Central.
Ya estaba en la bolsa el campeonato. Los abrazos
comenzaron a repartirse en el banco de suplentes local. Los agradecimientos al
cuerpo técnico y, por supuesto, las ovaciones a los jugadores que se retiraban.
No quedaba nada. Tigre no inquietaba y Boca seguía
manteniendo el monopolio del esférico. El dale
campeón descendía desde las tribunas como el viento sobre un valle.
La
hora juez, gritaban los xeneizes. Beligoy los escuchaba y
decretaba que Boca Juniors era el nuevo campeón.
Carlos Tevez corrió, como en todo el partido, pero
no al arco sino a abrazar a todo el plantel y al cuerpo técnico. “Que de la mano de Carlo Tevez todos la
vuelta vamos a dar” se escuchó al unísono en todo el estadio.
Boca Juniors necesitó de una vuelta, la de Carlitos.
Boca necesitó de una vuelta de tuerca tras la derrota contra San Lorenzo. Boca
necesitó de muchas vueltas para poder dar la propia.
Buenísima, me encanta la forma de redactar y muy buena la película del final.
ResponderEliminar